12.9.08

Hoy en Página/12

EL DESTINO DE LOS PAPELES PERDIDOS DE KAFKA

Legado incomparable

Por Ana Carbajosa desde Jerusalén *

Hava Hoffe, hija de la secretaria de Max Brod, albacea y amigo del escritor judío checo, esconde en su apartamento de Tel Aviv varios manuscritos del autor de La metamorfosis.

El misterio que rodea al destartalado apartamento de Hava Hoffe en Tel Aviv mantiene en vilo a buena parte de la intelectualidad israelí. Nadie sabe exactamente qué manuscritos de Franz Kafka y de su íntimo amigo, el dramaturgo Max Brod, guarda Hoffe en el piso, que con los papeles dentro, heredó el año pasado. Hoffe, como hiciera su madre, se ha negado hasta ahora a develar el contenido de la herencia de Brod y a mostrárselo a las autoridades israelíes, muy interesadas en que la obra del gran autor judío no salga del país. Correspondencia de los dos amigos, fragmentos del diario personal del autor de La metamorfosis o, incluso, alguna obra inacabada podrían estar entre los papeles que custodia Hoffe, según los expertos.

Gracias a Brod y a la traición a su gran amigo, el mundo conoce las obras de Kafka. Al escritor, que nació en Praga en 1883 y murió joven de tuberculosis, nunca le interesó dejar constancia de su existencia. Ni siquiera fue partidario de dar a conocer su trabajo, porque no le convencía ni le parecía digno de ser publicado. Por eso le pidió a su amigo Brod antes de morir que quemara sus escritos, que los hiciera desaparecer. Convencido de la genialidad de Kafka, Brod traicionó a su amigo y peleó en Praga y más tarde en Tel Aviv por encontrar editores que quisieran publicar la obra. Parte de los manuscritos terminaron por viajar a Israel en 1939, junto al ensayista, poeta y crítico literario Brod, que salió de Praga huyendo de los nazis y se instaló en Tel Aviv.

Antes de morir Brod, en 1968, decidió dejar los papeles de Kafka en herencia a su secretaria y compañera, Esther Hoffe. Esta mujer, amante de los gatos y que llevó una vida solitaria, se encargó de vender por medio mundo el legado de Kafka al mejor postor. Al morir Esther el año pasado, sus hijas heredaron el apartamento, supuestamente con las cartas, escritos y dibujos en su interior. Lejos de haber arrojado luz sobre qué queda en ese apartamento, su hija, Hava Hoffe, de 74 años, protege los papeles como si de los secretos de la virgen de Fátima se tratara. No quiere hablar con nadie y no responde a los requerimientos de las autoridades israelíes, que amenazan, pero saben que tienen escaso margen de maniobra. Según la ley israelí, cuando un material resulte de especial importancia para el país o la comunidad judía, el Estado tiene derecho a pedir que se fotografíe antes de salir del país, pero eso es todo.

“Yo no puedo mandar a la policía”, dice Yehoshua Freundlich, jefe del archivo estatal, donde se guardan todos los documentos relevantes para el país, desde los acuerdos de paz hasta las obras literarias.

La muestra de amor de Brod a su secretaria todavía consigue enojar a Mark Gelber, profesor de Literatura en la Universidad de Ben Gurion, cuando lo recuerda. Gelber cuenta cómo le tocó lidiar con Esther Hoffe para convencerla de que donara el material a los archivos estatales o, al menos, que le dejara ver qué había allí dentro. “Era una persona muy difícil. Se negó a colaborar en todo momento y vendió la colección pieza a pieza. Aquello fue un crimen literario. Ahora no sabemos qué queda ahí; no sabemos si quiera si las hermanas Hoffe han conseguido sacarlo ilegalmente del país. No pueden llevarse algo tan importante para Israel: ¡es como llevarse una pieza arqueológica!”

La importancia de Kafka para la comunidad judía y el papel que el judaísmo jugó en la vida del escritor son aún hoy objeto de debate entre los expertos. “Para Israel es muy importante recuperar nuestro pasado; recuperar papeles como los de Kafka. El Holocausto ha hecho mucho más difícil para los judíos aprehender ese pasado, pero no podemos olvidar”, dice Jacob Hessing, profesor de Literatura alemana de la Universidad Hebrea de Jerusalén.

Ofer Aderet es el periodista del diario israelí Haaretz que a principios de verano destapó la historia al dar con la identidad y la dirección de Hava Hoffer. Estudioso de la obra de Kafka, Aderet opina que los manuscritos “deben quedarse en Israel y no viajar a Alemania, donde está su gran archivo, por razones morales”. Sostiene que Kafka, muerto a los 42 años, antes de empezar la guerra, podría haber corrido la misma suerte que sus familiares, que acabaron en un campo de exterminio nazi. Hasta cierto punto, entiende que Hava Hoffer quiera enriquecerse con la venta del material literario, pero lo que no acaba de entender es que nadie en Israel, ni siquiera algún millonario judío americano, esté dispuesto a comprarlos. “Tal vez ahora, que todo ha salido a la luz, alguno se interese”, se consuela Aderet.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

3.9.08

Una frase / A phrase

Porque en el cine - y este es el infinito valor que le da ventaja frente al escenario - toda realidad incómoda aparece suprimida.

Because in the movies - and this is the infinite value that gives advantage against the theatre - every uncomfortable reality appears suppressed.

Alfred Polgar *, 1912.

* El crítico, escritor y traductor Alfred Polgar nació en Viena en 1873 y falleció en Zurich en 1955.
Se dio a conocer por sus críticas sociales, cargadas siempre de humor ácido.
Con la llegada de los nazis al poder en Alemania tuvo que huir a Praga, primero, y Estados Unidos después, donde encontró trabajo en la Metro-Goldwyn-Mayer.
Con el fin de la Segunda Guerra Mundial, que le provocó serios trastornos mentales, regresó a Europa, estableciéndose hasta su muerte en Suiza.
Elogiado - entre otros - por el mismísimo Franz Kafka, quien dijo sobre él: "Las frases de Alfred Polgar son tan fluidas y agradables que acogemos sus textos como una especie de entretenimiento social inofensivo, y no nos percatamos de cómo nos influyen y educan. Bajo el guante frío de la forma se esconde una voluntad esencial fuerte e intrépida".

Kafka va al cine / Kafka goes to the movies

"Los espectadores se quedan petrificados cuando pasa el tren". Esta frase algo enigmática inauguró alguno de los diarios de Franz Kafka, allá por 1909, y ahora Hanns Zischler, un conocido actor alemán, la recupera en Kafka va al cine (Editorial Minúscula), un libro fascinante que bucea en los diarios íntimos del escritor checo y rastrea todas sus notas e impresiones como espectador de cine.

La anotación de Kafka suena como un eco lejano, como una reminiscencia literaturizable de aquellas primeras décimas de segundo del big bang cinematográfico. En ella se revela ya el problema con el que a partir de ahora se verá confrontado el escritor del diario y el espectador de cine: ¿qué puede fijarse bajo el aluvión de imágenes y cómo fijar 'eso'? Este es un problema para la percepción, cada vez más trastocada, menos en un sentido físico que literario. Todo el espectro de los pequeños trances de quien va al cine, el llanto, la distracción, el entretenimiento sin límite, son las huellas afectivas y las resonancias de imágenes que Kafka, sólo de manera muy esporádica, trasladó a su escritura como una descripción de imágenes.

Los escritores siempre han mantenido curiosas relaciones con el cine. Muchos lo usan como fuente de inspiración mientras que otros reniegan de él. Hoy día el lenguaje del cine está tan asimilado por todos que incluso un escritor prestigioso como Murakami no duda en reconocer las películas que inspiran muchos de los pasajes de sus novelas. ¿Pero qué pasó al principio? ¿Cuáles fueron las primeras reacciones de los escritores ante el descubrimiento de este nuevo arte de contar historias? Lo interesante del caso de Kafka es que, al mismo tiempo que el cine daba sus primeros pasos, él empezaba a formarse como escritor.

Los ratos libres que podía sacar entre la rutina del trabajo y las horas consagradas a la escritura eran pocos; aún así, en sus diarios quedan registradas salidas constantes que aprovechaba para refugiarse en alguna de las salas que empezaban a proliferar en Praga. Sus anotaciones sobre películas son siempre lacónicas y más bien descriptivas, pero trazan un punto de vista único y original sobre la evolución del cine en sus dos primeras décadas.

Después, Kafka se debió sentir algo decepcionado, y cuando su amigo Gustav Janouch le preguntó por el invento, le soltó la siguiente reflexión: "Es cierto que es un juguete extraordinario, pero yo no lo resisto, tal vez porque tengo una predisposición demasiado óptica. Soy un hombre visual. En cambio, el cine impide la mirada. La fugacidad de los movimientos y el rápido cambio de imágenes nos fuerzan constantemente a echar un simple vistazo. No es la mirada la que se apodera de las imágenes, sino que son éstas las que se apoderan de la mirada. Inundan la conciencia. El cine supone ponerle un uniforme a un ojo que hasta entonces había ido desnudo."

Fragmento del libro de Hanns Zischler, Kafka va al cine, Ediciones Minúscula.

Sobre el Kaiserpanorama / On the Kaiserpanorama

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3412 Kafka...

... es un pequeño asteroide. Fue descubierto por Randolph L. Kirk y Donald James Rudy en 1983. Más tarde recibió el nombre de Franz Kafka. Su periodo es de aproximadamente 1212 días (3 años y 116 días). La Tierra se alinea con él aproximadamente cada 523 días (1 año y 158 días).

... is a small asteroid. It was discovered by Randolph L. Kirk and Donald James Rudy in 1983. Later it received the name of Franz Kafka. Its period is of approximately 1212 days (3 years and 116 days). The Earth is aligned with him approximately each 523 days (1 year and 158 days).

MIentras... / While...

... Kafka comenzaba a escribir su novela, Winsor McCay seguía publicando los sueños del pequeño Nemo.

... Kafka began to write his novel, Winsor McCay continued publishing the dreams of the small Nemo.

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