11.5.09

RNF / En la TV alemana

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10.5.09

¿Coincidencia? / Coincidence?

Una imagen de Amerika en el Nationaltheater Mannheim


La estatua de Kafka en Praga

Hoy en La Nación

Amerika, la obra de Alejandro Tantanian estrenada en Alemania, despertó comentarios opuestos en los medios de comunicación
Foto: Ernesto Donegana


Amerika, amada y odiada.

Alejandro Tantanian fue convocado por el Nationaltheater Mannheim, de Alemania, para dirigir Amerika , una versión propia de América (El desaparecido), novela de Franz Kafka. Allí trabajó con el elenco estable de ese teatro, con el actor argentino Diego Velázquez, y contó con la escenografía y el vestuario de Oria Puppo.
Amerika se estrenó hace dos semanas y ya no hay más localidades hasta fines de junio.
Por otra parte, generó una gran polémica, ya que obtuvo críticas muy buenas y muy malas.
"Lo que empieza como algo apacible llega a ser un viaje repentino. Uno de los siete actores ofrece una canción pop argentina, luego le llega el turno a una canción de Broadway y hay textos proyectados en una enorme pantalla luminosa. El texto de Kafka desborda en formas diversas. En vivo grotesco, en escenas como tomadas de historieta", describió el Allgemeine Zeitung.

Darmstädter Echo

„Amerika“ von Franz Kafka
Der Roman wird in Mannheim zu poetischem Bildertheater


Vom Dienstmädchen verführt, vom Vater verstoßen, landet Karl Roßmann mit 16 in der Neuen Welt. Unter dem Titel „Der Verschollene“ hat Kafka diesen Bildungsroman begonnen, postum erschienen ist das unvollendete Werk mit der Überschrift „Amerika“.

Am Mannheimer Nationaltheater nimmt der argentinische Regisseur Alejandro Tantanian das epische Fragment zum Anlass für eine dramatische Skizze, die er in den schillerndsten Farben seines poetischen Bildertheaters ausschmückt.

In der Bühnenfassung, die er zusammen mit der Dramaturgin Miriam Teßmar geschaffen hat, verschneidet er biografische Erinnerungen des Ensembles mit Hauptmotiven des Romans, dessen Geschichte dadurch sowohl sentimentaler als auch düsterer wirkt als bei der Lektüre.

An der Rampe erzählen die sieben Schauspieler von den Urängsten ihrer Kindheit: wie sie am Strand die Mutter verloren, im Wald den Heimweg nicht gefunden oder aus Scham die Stimme eingebüßt haben.

Das Trauma, das jeder kennt, verlängert sich auf der Bühne zum amerikanischen Albtraum des Karl Roßmann, der als doppeltes Karlchen in nord- und lateinamerikanischer Gestalt von Peter Pearce und Diego Velasquez auch mal Englisch und Spanisch spricht.

Bei Kafka gerät der Held in New York an einen reichen Onkel, zwei verschlagene Gauner, einen herzlosen Portier und eine dominante Sängerin.

Was sich im Buch auf 300 Seiten erstreckt, verdichtet sich auf der Bühne in 100 Minuten zu Kafka-Konzentrat: Egal ob Karl sich als Lehrbub anpassen oder am Klavier in die Kindheit zurückziehen will, stets wird er von ungebändigten Frauen verwirrt, von übermächtigen Männern verstoßen und verdammt.

Was den Abend so sehenswert macht, ist die Art, wie hier Kafka ganz ohne Kafkaeske auskommt. Mit großer Lust am Formspiel komponiert Alejandro Tantanian Tableaus und Stimmungen, Melodien wie aus einem Fernsehmelodrama und schwarzweiße Ausschnitte eines Revuefilms ebenso wie surreale Auftritte und wundersame Scherenschnitt-Prospekte.

Wie gerahmte Genrebilder in filmischer Folge fahren die von Oria Puppo gestalteten Spielkisten auf die Bühne, in denen die Handlung als Miniatur verknappt ist. Aus dieser malerischen Enge bricht das Spiel immer wieder aus in Choreografien oder musikalischen Zwischenspielen, bei denen das Ensemble seine Vielseitigkeit zeigen kann.

Karl Roßmann verwandelt sich dabei mehr und mehr in eine märchenhafte Figur, in einen Tölpel, den die Sängerin Brunelda (Ragna Pitoll) wie eine Hexe beherrscht, und den die beiden Gauner manipulieren wie Kater und Fuchs den armen Pinocchio. Nur dass es bei Kafka keine gute Fee gibt, sondern bloß den armen Franz, der sich seinen Figuren angstvoll eingeschrieben hat.

In Mannheim hat denn auch der Autor ganz verloren auf einem großen Sessel das Schlusswort: mit dem Vermächtnis eines kleinen Kindes, dem auch die Heimat stets Ausland war. Dorthin führt uns dieses Theater: in ein inneres Amerika, das Land der großen Erwartung und ewigen Enttäuschung.

Informationen über Aufführungstermine und Tickets unter www.mannheim.nationaltheater.de

Stefan Benz

29.04.2009


Amerika de Franz Kafka
La novela se presenta en Mannheim a través de poéticas imágenes teatrales.

Seducido por una doncella y despedido por su padre, Karl Rossmann, de 16 años, llega al Nuevo Mundo. Bajo el título "El desaparecido" Kafka comienza así su Bildungsroman, publicado póstumamente bajo el título de "América".

En el Nationaltheater Mannheim, el director argentino Alejandro Tantanian construye una epopeya dramática de este fragmento a través de poderosas y enigmáticas imágenes.

En la versión que él - junto a Miriam Tessmar - han creado se da lugar a recuerdos biográficos de los actores con los principales temas de la novela: historias sentimentales y siniestras.

En el proscenio los siete actores cuentan historias de su infancia: cómo supieron perder a su madre en una playa, o la manera en que un bosque los alejó de sus casas o la culpa que los llevó - incluso- a perder la voz.

Estos traumas - por todos conocidos - se amplían a la escena en la Pesadilla Americana de Karl Rossmann: aquí duplicado por dos actores: un americano del norte y un americano del sur: Peter Pearce y Diego Velázquez, alternando el inglés con el español.

En Kafka su héroe sabrá encontrarse en Nueva York con un tío rico, luego con dos ladrones, un portero sin corazón y terminará su viaje conociendo a una cantante autoritaria y caprichosa.

Lo que en el libro transcurre a lo largo de 300 páginas se condensa en el escenario en "100 minutos-de-Kafka-Concentrado": (...) Karl será siempre atrapado por mujeres sin límites y confundido por hombres poderosos.

El espectáculo es digno de verse porque Kafka se presenta aquí sin efectos "kafkianos". Con gran habilidad de juego Alejandro Tantanian ha compuesto cuadros repletos de estados de ánimo, melodías como en una telenovela, escenas en blanco y negro como de película antigua, así como apariciones surrealistas y milagrosas.

Es el género cinematográfico el que inspira las imágenes - enmarcadas en las cajas diseñadas por Oria Puppo -: cajas que ocupan el escenario y le dan a la acción el carácter de miniatura. Desde esta "estrechez" se rompe el juego una y otra vez estallando hacia la escena bajo la forma de una coreografía o de un musical, donde todo el elenco sabrá mostrar su versatilidad.

Karl Rossmann se transforma a lo largo del espectáculo en un personaje de cuento de hadas al que la cantante Brunelda (Ragna Pitoll) dominará como una bruja y los dos ladrones (Delamarche y Robinson - Tim Egloff y Thorsten Danner) manipularán como el Gato y la Zorra supieron hacer con el pobre Pinocho. Sólo que Kafka no tiene hada madrina. (...)

En Mannheim será el propio Kafka - totalmente perdido en un gran sillón - quien tendrá la última palabra, el testamento de un niño: el hogar siempre está lejos y allí nos llevará este espectáculo: a una América interior, la tierra de la gran expectativa y la decepción eterna.